Nos dice José López Yepes que «el nacimiento de una ciencia […] produce fricciones en los dominios colindantes del pensamiento científico.” Y agrega que ésto se debe, en parte, a que la institucionalización que se produce como resultado de la actividad científica naciente llega a disputar el lugar de otras institucionalidades ya establecidas. Tal es el caso de la Documentación, la Bibliotecología y la Ciencia de la información; también ocurre con sus ciencias afines, como la bibliografía y la archivística, por mencionar algunas. Aunque en el presente texto sólo nos vamos a concentrar en las mencionadas inicialmente. En este punto es preciso una salvedad: las tres fueron agrupadas bajo el concepto ciencia porque se requiere elegir un concepto para que sea posible la trasmisión de la idea, pero es claro que existen argumentos de peso para refutar ese concepto y exigir que sea cambiado por otro. Entramos así al tema en cuestión: la tensión que existe entre estas ciencias. Por un lado, si pueden ser llamadas como tales y, por el otro, si ocupan el mismo lugar en la sociedad o diferentes lugares.
Para canalizar dicha tensión tenemos que empezar por hacernos algunos interrogantes: ¿Son ciencias independientes o todas pertenecen a un mismo paradigma? Si son independientes, ¿cuál es la naturaleza de cada una de ellas?, ¿qué las hace diferentes? Y, si se relacionan entre sí, ¿lo hacen de manera jerárquica o de qué manera?
Aquí se debe hacer una advertencia. Vale recordar que estamos hablando de ciencias muy nuevas en el panorama científico. Así que no les podemos pedir la concreción y coherencia que tienen otras como la Medicina o el Derecho, ciencias con milenios de antigüedad. Por algo afirma Shera que “la bibliotecología no ha llegado todavía a un estado de desarrollo suficientemente avanzado para que haya podido establecer un conjunto de nociones generales comunes que todos los especialistas de la ciencia de la información deberían conocer antes de orientarse hacia sus respectivos campos de actividad.”
Formulada la advertencia, empecemos. Se podría decir que el mero hecho de que estas ciencias se disputen una institucionalidad, ya es muestra suficiente de que todas pertenecen al mismo paradigma. Podríamos verlo de esta forma, porque las instituciones se crean para atender a necesidades sociales y lo que las diferencia es el enfoque desde el cual aportan a la resolución de esa necesidad y el enfoque, a su vez, está constituido por una serie de preguntas (a ese conjunto de preguntas es a lo que llamamos paradigma). Por ejemplo: los seres humanos tienen una necesidad de alimentación. Para atender a ella como sociedad se crea una institución llamada Agricultura. Pero esta institución no es suficiente para cubrir el problema, se necesitan otras institucionalidades. Una de ellas, la Nutrición. La Agricultura se ocupa de la producción de los alimentos, mientras que la nutrición del consumo adecuado de los mismos. No tenemos entre ellas un problema de disputa de institucionalidad, porque cada una aborda el problema desde un enfoque diferente; lo que quiere decir que cada una se hace preguntas diferentes para abordar el mismo problema, parten de paradigmas distintos.
No ocurre lo mismo con la Documentación, la Bibliotecología y la Ciencia de la información. Es claro que las estamos relacionando porque encontramos que pertenecen al mismo campo, es decir; porque trabajan en el marco de atender a la misma necesidad, la necesidad de información. Ahora lo que hay que resolver es si cada una aborda el problema desde un enfoque diferente, si se fundamentan en diferentes preguntas.
Dice López Yepes que la actividad documental hace parte íntegra del proceso científico, y que por lo tanto es propio de la esencia de la Documentación ser la auxiliar de todas las ciencias, algo así como «ciencia para la ciencia». Y añade que “la documentación busca las causas últimas de la comunicación de la ciencia en todos los procesos que posibilitan la transmisión última de los conocimientos científicos con el fin de convertirse en fuentes de nuevos conocimientos.” Esto la hace ciencia para la ciencia, pero también la sitúa del lado de la información como problema epistemológico. También es importante tener en cuenta que, según este mismo autor, la Documentación desde Otlet se ha negado a aceptar una única definición. Entonces se podría inferir que la ausencia de una definición clara ha provocado que proliferen conceptos y que sea difícil llegar a un consenso al respecto.
La documentación ha justificado su singularidad con dos tipos de argumento, principalmente. El primero es el grupo de argumentos con los que ha tratado de diferenciarse de la Bibliotecología; aunque sabemos que la Documentación no surgió de ella, de hecho, no es el producto de un tronco común, sus actividades han nacido como respuestas a las necesidades planteadas por la actividad científica, como método para organizar las crecientes fuentes de información. Podríamos decir que más bien el trabajo bibliotecario se ha inspirado en el trabajo de la Documentación.
De todas maneras, en el desarrollo de estas dos ciencias nunca ha existido una clara diferenciación. Nos cuenta Shera que a finales del Siglo XIX Otlet y La Fontaine abrieron el paradigma de la Documentación, lo que parecía que iba a significar el desarrollo de una “ciencia pura”. Pero un par de décadas después, John Cotton Dana funda la Special Libraries Association y llama a su campo de actividad, que era similar al de la Documentación propuesta por Otlet y La Fontaine, “Bibliotecología especializada”. Y después de la Segunda Guerra, múltiples organizaciones y hombres de ciencia que habían orientado su curiosidad a la documentación se interesaron por lo que llamaron “Nueva Bibliotecología”, que en esencia era una clara propuesta de resolver el problema de la localización de las publicaciones que abundaban.
El segundo tipo de argumentos son aquellos con los que la Documentación presenta su relación con el documento como única. Entendiendo por documento, en palabras de López Yepes, como la «objetivación del conocimiento a un soporte físico con objeto de que, al ser transmitido en potencia, se constituya en fuente actualizada para la obtención de una nueva información.» Así pues que durante años se ha dicho que la naturaleza de la Documentación es el estudio de los documentos. Pero esa afirmación, hoy en día, se ve amenazada por lo que se ha dado en llamar el “fenómeno de la información”, pues, según la lógica que plantea tal fenómeno, lo que importa no es el documento sino la información que contiene. No podemos olvidar que la documentación ha sido elevada a la categoría de ciencia sobre, según nos dice el mismo López, «la noción de recuperación de la información.”
Ahora bien, así como la Documentación no ha tenido un desarrollo “puro” y lineal, la Bibliotecología tampoco. Shera plantea que su evolución ha estado marcada por dos orientaciones: la erudición bibliográfica y el servicio público. La primera es la que directamente ha entrado en conflicto con la Documentación, en el terreno terminológico, por ejemplo. Y la segunda es la que le ha dado su singularidad. Se dice que la naturaleza de la Bibliotecología es darle a los documentos la máxima utilidad humana. En este contexto surge la pregunta de si la Documentación es un sistema o método que aplica la Bibliotecología.
Como si fuera poca la confusión, recientemente en el contexto anglosajón se ha introducido la expresión “Ciencia de la información” para designar a la Bibliotecología no tradicional. Sin embargo, la expresión ha tomado substancia nutriéndose de diversas disciplinas. Shera la define como «estudio de los fenómenos de la comunicación y de las propiedades de los sistemas de comunicación.» Y agrega que un especialista en dicha ciencia es “una persona que estudia y desarrolla la ciencia del almacenamiento y recuperación de la información, que crea nuevos métodos para abordar el problema de la información, y que se interesa por la información en sí misma y por sí misma.”
Dice, además, citando a Robert S. Taylor, que existen cinco sectores donde interactúan, por un lado, Ciencia y Tecnologías de la Información, y, por el otro, Bibliotecología y formación de bibliotecarios, los cuales son: análisis de los sistemas aplicados a bibliotecas, análisis de medio o contexto social, medios en los que se mueve la información o medios de comunicación, organización y análisis bibliográfico, e interacción entre el usuario y el sistema.
Para poder cubrir todos estos campos; la Documentación, la Bibliotecología y la Ciencia de la información se necesitan mutuamente. A grandes rasgos, la primera se encargaría de todo lo referente al tratamiento de la información, la segunda de la administración de sistemas de información, y la tercera de suministrar los fundamentos teóricos que las otras dos requieren.
La complejidad de la sociedad actual exige una ciencia igualmente compleja. Los retos que representa Internet, la lectura multimodal, las tecnologías de la información y la comunicación, entre otros asuntos, le exigen a estas tres ciencias, un trabajo coordinado. Cada una por su cuenta no tendría la capacidad de responder a exigencias como el vertiginoso crecimiento de la información y el acceso masificado a la misma. Y vemos que es posible que se funcionen porque comparten las mismas preguntas de base: ¿qué es la información? ¿Cómo se organiza? Y ¿Cómo se transfiere o se comunica?
Tal es la complejidad, que ninguna por separado podría llamarse ciencia porque ninguna lograrían abordar de manera adecuada el espectro de la información, es decir, con la mirada compleja necesaria.
Bibliografía
Guha, Bimalendu (1978). The concept of documentation.
López Yepes, José (s. f.) ¿Qué es Documentación?
Shera, Jesse H (s. f.) Sobre Bibliotecología, Documentación y Ciencia de la información.